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Teniendo en cuenta SÓLO al sector de la población adolescente superdotada que no ha tenido fracaso escolar, podemos decir que no existe el límite de la capacidad de entendimiento. Obviamente esto no es real, pero es, en la mayoría de los casos, la percepción que el superdotado tiene de su propia inteligencia.

Debemos tener en cuenta varios aspectos a la hora de saber de donde viene este sentimiento de «egocentrismo/narcisismo/sobre valoración personal»:

Que procedemos de un sistema educativo que exige un trabajo muy por debajo del que podríamos llegar a realizar, por lo que, de primeras, no habremos tenido problemas para resolver, satisfactoria o muy satisfactoriamente, los «retos» que la educación nos plantea.

Además estamos acostumbrados a tratar con personas de una inteligencia más baja a la nuestra, por lo que, en la mayoría de los casos, acabamos llevando la razón o dando unos argumentos más convincentes a la hora de las discusiones.

Normalmente tenemos mayor cultura, por lo que, en general, podemos hablar de cualquier tema, haciendo que los demás tengan una clara desventaja con nosotros a la hora de mantener una conversación que se salga de los límites de lo meramente informal.

Debido a la inteligencia, nuestra percepción (no física, sino circunstancial o como lo queramos llamar) nos hace llegar a conclusiones imaginativas, sencillas y a la vez completas y eficientes, por lo que solemos ser alabados con frecuencia, sobretodo si el ambiente en el que nos movemos sabe apreciar una buena alternativa.

Éstas e innumerables circunstancias más hacen que el superdotado adolescente haya conocido poco o muy poco la sensación de fracaso(*). Si unimos estas situaciones con la juventud, o en su defecto la falta de experiencia, lo que obtendremos es una sensación muy satisfactoria para la persona. En teoría nos sentimos invencibles, por lo que creemos que nuestra inteligencia no tiene límites, y es que, «nada nos ha demostrado lo contrario».

El remedio más efectivo para curar este mal es el tiempo, puro y duro. A medida que la vida va pasando vas aprendiendo lecciones muy valiosas, como que no eres mejor que nadie, que no eres insuperables y por lo tanto hay sitios donde nunca podrás llegar, que no eres alguien que pueda abarcarlo todo, que no puedes tenerlo todo.

Posiblemente este sea una cualidad muy famosa de los superdotados, su narcisismo intelectual, pero a nuestro favor he de decir que afecta a la población superdotada tanto como afecta a la población que no lo es. También, como ya digo, es algo que se pasa, pues nosotros también nos desarrollamos a nivel personal, al igual que cualquier otro. Sin embargo, algo que nos diferencia, es que «tenemos más motivos» para sentirnos así, por lo que nos es más dificil eliminar esta sensación.(**)

(*)Obviamente hablo de un fracaso relativamente pequeño,pues todo superdotado, a practicamente todos, hemos experimentado frustación, y por lo tanto sensación de fracaso, ante el sistema en que nos hemos visto inmersos.

(**)Aunque parezca elitista, y soy consciente de ello, mi intención no es esa. En otra entrada hablaré más detenidamente acerca del elitismo, por que es un tema que «tiene miga» en el ambito de la superdotación. Sin embargo, como digo, este texto no pretende hacer ver que los superdotados somos mejores, sino que, en ciertos aspectos tenemos más obstaculos que  el resto de personas (aunque también más ventajas a veces) a la hora de llegar a ser personas «humanizadas»(***), por lo que se nos debe tener en cuenta la dificultad y las causas de nuestras reacciones.

(***)Cuando digo «humanizado» me refiero a tener en cuenta o darse cuenta de los sentimientos de los demás, poder controlar nuestros propios sentimientos con el fin de no herir a otras personas, dejar a un lado las críticas que no se van de nuestra boca (próximamente desarrollado en otro post), etc. De todas formas este término lo expondré de manera más clara y extensa de manera individual.

Atentamente, Victoria

A la hora de diagnosticar a un superdotado hay que tener mucho cuidado. Múltiples son los aspectos que se han de tener en cuenta antes de tomar una decisión que sin duda influirá en la vida de la persona afectada.

Lo primero que debemos tener en cuenta es que para diagnosticar eficientemente el coeficiente intelectual sólo sirven las puebras de profesionales, aunque no todos son recomendables; se han dado casos de diagnósticos erroneos por interés, como por ejemplo para obligar a los padres a pagar cantidades ingentes de dinero por sesiones que la persona en cuestión realmente no necesita. Además de asegurarnos que el psicólogo es fiable, debemos tener en cuenta que no todo psicólogo está debidamente capacitado para tratar a un niño superdotado, es preferible contar con alguien que haya realizado algún tipo de formación suplementaria, como prodría ser el curso que dio la U.N.E.D. en 1996, «Educación Diferenciada del Alumno Biendotado».

Con respecto a los famosos test de inteligencia on-line, y para demostrar su formalidad, os voy a contar mi experiencia personal (obviamente hablamos de aquellos gratuitos, los demás son estafas): Hace algún tiempo mi curiosidad por saber si era superdotada o no estaba creciendo, me daba miedo contárselo a mis «amigos» o a mis padres, por miedo a que pensaran que era una especie de narcisista de mi inteligencia, de modo que mi solución fue buscar respuestas por internet. Hice el test on-line de MENSA, del cual la asociación informa su caracter meramente orientativo, de todas formas yo lo hice, y el resultado fue un C.I. de 110 puntos, por lo que en teoría no debería preocuparme más por la superdotación, sin embargo, algún tiempo después, y por causas que desarrollaré más adelante, mi situación cada vez era más inestable, y me era necesario saber si tenía superdotación o no. Tras terminar los test personalizados que me hizo la psicóloga, el resultado fue positivo, para mi sorpresa, pues había superado con creces el nivel de inteligencia que el test on-line había pronosticado. Con esto quiero decir que es importante que sea un profesional debidamente cualificado el que lleve a cabo el test, nunca una prueba general tendrá resultados debidamente aproximados a la realidad.

Lo que debemos valorar, seguidamente, es la edad del niño. Los especialistas recomiendan un diagnóstico a partir de los cuatro años si el niño es muy precoz, nunca antes. Si el niño no desarrolla síntomas hasta más tarde, es mejor no forzar las cosas, desde luego en la infancia estos temas son muy delicados; por ejemplo, si hemos decidido llevarle al psicólogo y efectivamente se detecta superdotación hay que tomar medidas que pueden dañar psicológicamente a la persona; el paso a tomar posteriormente a la identificación que parece lógico es informar al colegio para poder adaptar la educación. Esta medida, sin embargo, es poco recomendable, ya que según la legislación española, la solución que los centros educativos pueden plantear es la adaptación curricular que consistiría en subir al niño de curso. En mi caso no fue posible, ya que el colegio en el que me formaba no contaba con orientador y el director, al que mis padres pidieron el aumento de nivel para mis estudios, por desconocimiento o falta de confianza en lo que mis padres le decían, impidió (prácticamente) que me subieran de curso. Sin embargo, que esta adaptación no se me permitiera es algo que, creo, debo agradecer, ya que me hubieran apartado de mi entorno (me es dificil adaptarme a nuevas personas) y me hubieran sumido en otro totalmente nuevo para mi, con niños que posiblemente me hubieran marginado. De todas formas, no estoy contenta con la educación que he tenido, ni con mi propio rendimiento (aspecto que valoraremos en otro post).

Con respecto a que los educadores tengan conocimiento de la superdotación del niño hay distintas opiniones. Debo decir que la mia es bastante pesimista, debido a mi experiencia con la educación española, y a no ser que un profesor en concreto demuestre tener el respeto, el sentido común y las ganas de hacer bien su trabajo necesarias, yo me abstendría de poner en conocimiento la situación. ¿Cuáles son mis razones? Bueno en primer lugar se tiene un concepto erroneo de las capacidades del niño superdotado. Muchas veces, por el mero hecho de la incultura del profesorado, se somete al niño a circunstancias que más que benificiosas son dolorosas y poco eficientes. Por ejemplo se puede dar el caso de que al niño se le exiga más que al resto de compañeros para aprobar, como puede ser una nota más alta. En ningún caso esta es la solución, pues la tarea del educador no consiste en ponerle la tarea más difícil al alumno superdotado, sino servir de maestro en el sentido más rudimentario de la palabra, al alumno superdotado no necesita trabas, sino un guía que sepa estimular su especial sed de conocimientos, un guía que recomiende lecturas o actividades de búsqueda de información, por ejemplo (on respecto a la ayuda para profesores de niños superdotados ampliaré en otro post). Si nos aseguramos que el profesor de nuestro hijo cumple o puede cumplir con estas características (¡Qué suerte hemos tenido! no todos la tienen…) es más que recomendable ponerlo en conocimiento de la especial situación que se nos dá, si dudamos que el profesor pueda cumplir este reto, por miedo a negligencias, es mejor mantener cerrada la boca y evitar, además de errores, más marginaciones de las que el niño superdotado ya sufre en su vida diaria.

Otro aspecto fundamental para la detección de la superdotación, y siempre que el niño sea lo suficientemente grande, es la opinión del afectado. He de decir respecto a esto que, a pesar de mis 18 años, cuando llegué a la consulta de la psicóloga que me iba a ayudar, lo primero que hizo ésta fue asegurarse de que yo estaba allí por voluntad propia, una vez que lo corroboró siguió con su trabajo de forma normal. Seguramente, si mi respuesta en vez de ser un «sí», hubiera sido una negación, habría hablado con mis padres sobre sus razones para llevarme, pero lo más probable es que no se hubiera llevado a cabo mi diagnóstico.

Por último, para terminar esta breve lista de argumentos sobre el diagnóstico voy a introduciros un hecho del que no se suele hablar a la hora de decidir si el diagnóstico es conviniente o no: El impacto emocional en la persona. Éste será tratado en «¿Diagnosticar? Pros y contras II». A la hora de hablar del citado impacto debemos plantearnos cuestiones tales como ¿se sentirá diferente a las demás personas?, ¿Será una buena noticia para él/ella?, ¿Cómo reaccionará?, ¿Sufrirá?, etc.

Como conclusión sólo puedo decir una cosa: «Cuando desconoces que hay un problema, aunque éste te muestre sus síntomas, no puedes determinar soluciones, pues la ignorancia hace la ausencia» Victoria.

Espero que os haya servido de alguna ayuda;

Atentamente, Victoria

Sobre el Blog

Este blog es un proyecto que pretende ayudar tanto a mi persona como a aquellas que tengan superdotación, además de a los familiares de las mismas. Toda la información que aquí se encuenta está totalmente redactada por mí, y en caso contrario me aseguraré de hacerlo saber, citando claramente las fuentes. Cualquier uso del texto que aquí se encuentra estará totalmente permitido, debiéndoseme reconocer la autoría del mismo. Para cualquier sugerencia, duda o corrección puedes comentar en los posts (sólo en caso de que la aportación esté relacionada con el tema expuesto), sino siempre podéis dirigiros por e-mail a victoriasbrain@gmail.com Atentamente, Victoria.